Enfermedad de Bowen (CIE-10: D04) 🚨

Enfermedad de Bowen (carcinoma escamoso in situ)

La enfermedad de Bowen, también conocida como carcinoma escamoso in situ (SCC in situ), es una forma temprana de cáncer de piel. Se presenta como una mancha o placa persistente de color rojo o rosado con una superficie rugosa y escamosa.
A diferencia del carcinoma escamoso invasivo, la enfermedad de Bowen se limita a la epidermis y aún no ha penetrado en la membrana basal. Esta naturaleza no invasiva confiere a la enfermedad de Bowen un pronóstico favorable cuando se detecta y se trata a tiempo. La afección se observa típicamente en personas mayores de 35 a 40 años y es ligeramente más frecuente en mujeres.

Factores predisponentes

Aunque la causa exacta de la enfermedad de Bowen sigue siendo incierta, se han identificado varios factores que aumentan la susceptibilidad. Entre ellos se incluyen la exposición ambiental, el daño crónico de la piel y las afecciones dermatológicas subyacentes:

  • Radiación ultravioleta (UV) excesiva: La exposición prolongada a la luz solar o artificial UV es uno de los factores de riesgo más importantes.
    El daño UV repetido contribuye a las mutaciones del ADN en las células de la piel, lo que desencadena cambios precancerosos.
    Radiación ionizante: La exposición previa a rayos X o sustancias radiactivas puede aumentar el riesgo de padecer tumores malignos de piel, incluida la enfermedad de Bowen.
    Carcinógenos químicos: El contacto con compuestos carcinógenos (por ejemplo, arsénico, productos químicos industriales) puede provocar mutaciones celulares en la piel.

  • Carcinógenos químicos: El contacto con compuestos carcinógenos (por ejemplo, arsénico, productos químicos industriales) puede provocar mutaciones celulares en la piel.
  • Traumatismos cutáneos crónicos: Las heridas, quemaduras o cicatrices de larga duración pueden convertirse en focos de lesiones precancerosas.
  • Trastornos cutáneos subyacentes: Afecciones como la poroqueratosis de Mibelli, la epidermólisis bullosa distrófica, el liquen plano, el lupus eritematoso y la epidermodisplasia de Lewandowski-Lutz se han asociado con un mayor riesgo.
  • Virus del papiloma humano (VPH): Aunque no se ha demostrado de forma concluyente, la infección por el VPH puede contribuir a la patogénesis de la enfermedad de Bowen, especialmente en las zonas genitales o mucosas.

Diagnóstico

El diagnóstico comienza con un examen clínico de la lesión. El médico evalúa la morfología, las características de la superficie y el comportamiento a lo largo del tiempo. Se utiliza la dermatoscopia para mejorar la visualización de las estructuras vasculares y la textura de la superficie. Si se sospecha malignidad, se realiza una biopsia de piel para confirmar el diagnóstico y evaluar la profundidad de la afectación celular.

Presentación clínica

La enfermedad de Bowen se presenta típicamente como una placa o parche eritematoso solitario, persistente y bien delimitado. En casos raros, se pueden observar lesiones múltiples o agrupadas. La superficie puede ser rugosa, escamosa, con costras o presentar un crecimiento similar a una verruga. También pueden aparecer signos de erosión o ulceración. La lesión suele permanecer plana o ligeramente elevada (≤1 mm), con bordes que pueden ser más prominentes.

La forma de la lesión suele ser irregular y asimétrica. La coloración varía de rosa a rojiza y, con la presencia de queratinización, pueden aparecer tonos grises. No hay pelo en la zona de la lesión. El tamaño varía de 4 mm a 40 mm o más en las lesiones agrupadas. El crecimiento es lento y constante, sin regresión espontánea.
A la palpación, la lesión se nota más firme que la piel circundante y puede desprenderse fácilmente. Al retirar las costras, se observa una superficie erosionada y enrojecida. Los pacientes pueden referir picor o ardor leve, aunque muchos son asintomáticos.

Características dermatoscópicas

En el examen dermatoscópico, la enfermedad de Bowen revela varias características distintivas:

  • Vasos glomerulares: Numerosos capilares agrupados que se asemejan a los glomérulos renales son un signo característico de la enfermedad de Bowen.
  • Vasos punteados: Se pueden observar pequeños vasos puntiformes en toda la lesión sobre un fondo rosa o rojo uniforme.
  • Distribución vascular uniforme: Los vasos tienden a distribuirse de manera uniforme en toda la lesión.
  • Ausencia de pigmentación: La mayoría de las lesiones de Bowen carecen de pigmentación significativa relacionada con la melanina, lo que ayuda a distinguirlas de los tumores melanocíticos.

Diagnóstico diferencial

La enfermedad de Bowen debe diferenciarse de una variedad de afecciones cutáneas benignas y malignas, entre las que se incluyen:

  • Psoriasis, eccema y dermatitis crónica
  • Queratosis seborreica
  • Queratosis actínica
  • Lentigo maligno (melanoma in situ)
  • Carcinoma basocelular
  • Carcinoma escamoso invasivo

Riesgos y pronóstico

La enfermedad de Bowen es una forma de carcinoma escamoso no invasivo (carcinoma in situ), lo que significa que las células malignas se limitan a la epidermis y no han invadido capas más profundas de la piel. La ausencia de penetración de la membrana basal hace que el pronóstico sea excelente si se trata a tiempo.
Sin embargo, si no se trata, la enfermedad de Bowen puede evolucionar a un carcinoma escamoso invasivo, que puede metastatizarse y poner en peligro la vida.

Estrategia de tratamiento

Cuando se sospecha la enfermedad de Bowen, los pacientes deben ser derivados inmediatamente a un oncólogo o dermatólogo para una evaluación más detallada. Si la lesión no puede diagnosticarse de forma definitiva por medios visuales o dermatoscópicos, se realiza una biopsia o una extirpación completa para confirmar el diagnóstico histológico. Una vez confirmado, se elabora un plan de tratamiento personalizado en función del tamaño de la lesión, su ubicación y los factores del paciente.

Dado que los pacientes con enfermedad de Bowen tienen un mayor riesgo de desarrollar otras neoplasias cutáneas, es esencial realizar revisiones cutáneas completas con regularidad. Las lesiones sospechosas deben documentarse fotográficamente para facilitar futuras comparaciones. A menudo se recomienda realizar un mapeo cutáneo (fotografía de todo el cuerpo) a las personas con lesiones múltiples o con daño solar extenso. Por lo general, se aconseja realizar evaluaciones dermatológicas rutinarias en primavera y otoño, especialmente en los periodos cercanos a una mayor exposición a los rayos UV.

Tratamiento

El tratamiento principal es la extirpación quirúrgica con márgenes limpios. Este método es el preferido debido a su alta eficacia y bajas tasas de recurrencia. También permite la confirmación histopatológica de la eliminación completa de la lesión.

Otras opciones de tratamiento incluyen:

  • Radioterapia: La radioterapia superficial o de foco corto es una alternativa eficaz, especialmente para lesiones de menos de 20 mm de diámetro o en zonas estéticamente sensibles.
  • Tratamientos locales (desaconsejados): En casos seleccionados, se puede considerar la crioterapia, la quimioterapia tópica (por ejemplo, 5-fluorouracilo), la ablación con láser y la terapia fotodinámica, pero conllevan un mayor riesgo de recurrencia y pueden enmascarar la transformación invasiva temprana. Estos enfoques deben reservarse para casos bien definidos y de bajo riesgo, y siempre bajo la supervisión de un especialista.

Prevención

La prevención de la enfermedad de Bowen y su progresión a carcinoma invasivo consiste en minimizar la exposición a factores ambientales nocivos y controlar la piel con regularidad. Las principales estrategias preventivas son las siguientes:

  • Limitar la exposición a la radiación UV evitando las camas solares y minimizando la exposición al sol durante las horas de mayor intensidad.
  • Usar diariamente protector solar de amplio espectro y con un factor de protección alto, especialmente en las zonas expuestas al sol.
  • Llevar ropa protectora, gorros y gafas de sol cuando se está al aire libre.
  • Evitar los traumatismos crónicos o la irritación de la piel.
  • Reducir la exposición a la radiación ionizante y a los productos químicos cancerígenos.
  • Mantener una buena higiene de la piel y realizarse autoexploraciones periódicas.
  • Programar revisiones dermatológicas rutinarias y acudir al médico inmediatamente si aparece alguna lesión cutánea nueva, cambiante o persistente.